El hábito de mi voz: Estoy desorganizada, me tengo que organizar

Por Gustavo Radice
Foto: Iñaki Carrera

El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse… pero nunca romperse.

(Sobre la leyenda japonesa El Hilo Rojo)

Después de casi dos años de no asistir a un espacio del circuito teatral independiente, El hábito de mi voz es el reencuentro entre el cuerpo actuante y el cuerpo que especta en pleno convivio. Después de casi dos años de ausencias el entusiasmo por el reencuentro hace posible una mirada llena de preguntas sobre qué pasó en este tiempo de silencios. El vacío y la soledad es lo que sobrevuela la propuesta de Rosario Alfaro. Ventanas que dejan entrar el aire, puertas que se cierran al paso de las performer, una casa vacía y en silencio que es recorrida por cada uno y una de los cuerpos, una voz (la de Rosario Alfaro) nos cuenta los problemas del estar en soledad que se mezclan con teorías sobre el dispositivo teatral y que reflexionan sobre el ser y el estar mientras los cuerpos de las performer se desplazan por cada una de la habitaciones. Frente a las ideas que suenan en el aire, y a cada uno de los interrogantes, asistimos a una obra que pone en acción el cuerpo poético: mi cuerpo es un acto poético, y también político. Cuerpos que salen de la pasividad de lo cotidiano de la pandemia para tornarse activos, para convertirse en sostén de la poesía de estar en convivio: en soledad no puede haber convivio, en soledad no puede haber vida.

Un laberinto de preguntas y palabras que taladran la cabeza y que solo nos cuentan/muestran que sucedió/sucede con nuestros cuerpos, es el encierro y el vacío que son imposible de no leerlos, como también es imposible no encontrar las huellas de lo que nos pasado en estos casi dos años. Como diría Freud, la dificultad de borrar la marca (trauma diría él), aquello que habita en el inconsciente y que con cada palabra, acción quiere retornar aún más presente; la realidad psíquica se torna en más preguntas que resuenan que en respuestas que se obtienen, son imperativos relacionados al tiempo y su percepción, el ser/estar y la conciencia como una construcción: siempre es con otro, siempre es con la experiencia. Un otro que es voz, que es acción y movimiento, que es sonido, colores, olores, ritmos, otro que es cuerpo sin límites. La experiencia del cuerpo poético es aurática, va en paralelo por un vía independiente a la del cuerpo expectante, se puede ver/percibir lo mágico de estas seis mujeres/cuerpos poéticos que, con sensibilidad e intensidad, logran transmitir la magia del cuerpo poético y lo abismal de la vida psíquica. En palabras de Lepecki “…las subjetividades son siempre procesos de subjetivación, devenires activos, el desencadenamiento de potencias y fuerzas con el fin de crear para uno mismo la posibilidad de existir como obra de arte [pero] no hay que desdeñar el efecto destructivo de las fuerzas hegemónicas que constantemente tratan de dominar e impedir la creación de subjetividades al obligar a los individuos a entrar en mecanismos reproductores de sometimiento, abyección y dominación.” Es por eso que Rosario Alfaro elabora con El hábito de mi voz una estrategia de resistencia frente a los discursos heteronormativos que tienden a hegemonizar las subjetividades. El teatro es más experiencia que lenguaje y sobre esta idea es que Rosario Alfaro y su equipo logran un hábito sensible que se encuentra entre la danza, la palabra, la instalación y el site-specific.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Texto: Rosario Alfaro
Actúan: Daniela Camezzana, Pamela Esquivel, María Estévez, Alejandra Ferreyra Ortiz, Aurelia Osorio, Julieta Ranno
Intérpretes: Rosario Alfaro, Annika Willemsen
Vestuario: Magali Salvatore
Iluminación: Martín Galle
Técnico De Sonido: Augusto Viera
Fotografía: Iñaki Carrera, Germán Saadi
Diseño gráfico: Paula Dreyer
Asistencia de dirección: Martín Eliseo Mendivil
Producción ejecutiva: Martín Eliseo Mendivil
Producción general: Rosario Alfaro, Aurelia Osorio
Dirección musical: Juan Pablo Pettoruti
Coordinación general: Rosario Alfaro, Aurelia Osorio
Co-producción: El Sótano Club Cultural
Composición Musical: Juan Pablo Pettoruti
Registro Visual: Alejandro Martín Beain
Dirección: Rosario Alfaro

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