Ser espectadora de Las Vías

Por Carolina Donnantuoni

“Lo propio de la imagen es la indeterminación. Las imágenes se enlazan y desvinculan lo visible y su significación, palabra y efecto produciendo sentidos pero, a su vez, desviándolos. La imagen, entonces, como falla y alteración, como apertura y performance. Lejos de la estabilización, la imagen es la superficie en la que confluyen diversos registros. Lugar de cruces y desfases infinitos en el que se encuentran, en tanto efectos de circulación, objetos, sujetos, lo expresado, lo silente, la intención, así como la falta de ella, el presente y el pasado.”
Alejandra Castillo
“La memoria opera de otro modo, a saber: «cuando la ranura de la visión se abre entre vistazo y vistazo», en palabras de Heiner Müller; cuando algo no visto entre imagen e imagen se torna casi visible; cuando algo no oído entre sonido y sonido se torna casi audible; o cuando algo no sentido entre sensaciones se torna casi palpable»”.
Hans-Thies Lehmann

Aire libre, paisaje urbano. El infinito de las vías. El pasto, los perros.

Alrededor vueltas y vueltas de autos, micros, camiones, la coreografía del barrio.

Volver a ver. Espectar. Volver al sol.

De repente un silbato. ¿Cuánto piensan los sonidos? ¿Qué es todo eso que viene detrás de ellos?

Las vías y el tiempo. Cruce de décadas. Nubes en un cielo que recuerdo azul. ¿Y qué es un recuerdo? ¿Qué clase de invento es?

Veo, ¿y qué es ver? ¿Qué es esto que se me ofrece? Mirar, activar asociaciones entre los entres. Obra que es encuentro y pura potencia de los acercamientos, de los alrededores. Obra que propone decidir desde dónde ver en cada instante. Decidir, elegir. Teatro-paisaje. Paisaje de cuerpos.

Las palabras se diluyen en las brisas de octubre, entre la intensidad de los gestos de encuentro y desencuentro.

Volver a pensar el teatro, el tiempo, la memoria. Teatro y tiempos perdidos dentro del tiempo. ¿Y qué lugar es el tiempo? ¿Qué escena es?

Naranjas, violetas y cielos. Letras escritas en papeles que se diluyen, papeles que se arrastran, cartas apareciendo por simple fricción de cuerpo contra el tiempo. Negro sobre blanco. Miles de cartas y ninguna. ¿Y en qué espacios, en qué momentos escribimos cartas de amor? ¿Dejamos alguna vez de escribirlas?

Junto a un árbol volver a mirar, lejanía de la retina, mirar y suspirar. Estar en esos cuerpos que corren, danzan, gritan, se desean, se asemejan ¿a quién?

Picnic de mandarina y complicidad, un mar hecho de lanas y retazos azulitos, un posible camino, que es abrigo, que es amor que ata, sostiene, contiene y cuida. Una danza dentro de unas olas que se levanta con el viento.  

Los botones, las botas, los trapitos atados a las pantorrillas, ¿cuánto frío hubo allí? Harapos kantorianos, idas y vueltas. Acumulación, montaje y superposición de tiempos. Juventud y vida tan enormes, tan presentes ahí expuestos ante mí. Brindados.

Y viajo con ellos, afloro. Voy y vengo con ellos y por ellos, el viento me lleva hacia ellos. Y qué bueno sería a veces que el tiempo se detuviera. ¿Puede el teatro detener el tiempo? ¿Hacer perdurar la intensidad de un breve gesto? Hacer teatro, ver teatro es también un viajar en el tiempo. Remontarlo.

Paisajes mínimos construidos con objetitos, flores del campo, el pucho, las boinas, los bolsillos… adentrarse a los bolsillos: chicles, pelusas, papelitos, lanitas, hilachas…

Se encuentran, se saludan, se siguen, cada pisada los conmueve y los mete más adentro del paisaje de sonrisas. Cada paso es una escena. ¿Y qué era entonces un paisaje? ¿De qué cosas está hecho?

Ella: hermosa y frágil y fuerte y aventurera. Diosa y florecita pequeña.

Él: siempre a punto de romperse, de desvanecerse, todo el tiempo se está yendo.

Simple presencia y violencia de lo pequeño. Puñalada.

Vuelvo a escuchar: pájaros, autos, gritos y susurros, los trenes de mi infancia… ¿qué ven mis oídos? Ana Karenina, mi padre maquinista de ferrocarril, algo de Chejov y sus bosques, Malvinas, Tarkovsky, la nieve, los charcos, Nora, Francisco, Agustín, Ana, José entre discusiones, reproches y secretos envueltos en humo.

Todo vuelve a diluirse en los ruidos del recuerdo. Intuición de los murmullos. Todo perdura en la retina aún. Todo flota en la lejanía maravillosa del tiempo fluido.

FICHA TÉCNICA
Actuación: Nora Oneto y Francisco Urretabizkaya
Vestuario: Macarena Málaga Porris
Asistencia de dirección: M. Eugenia Bifaretti
Foto: Pablo Ponzinibbio
Dirección: Agustín Lostra

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