A propósito de Alma y Nervio: lo extraño/siniestro inquietante

Por Gustavo Radice

Dulzuras para moscas, ruinas para el enjambre de la profanación.
Querrías incendiar los fantasiosos depósitos de ayer,
romper las maquinarias con que fraguó el recuerdo las trampas para hoy,
el inútil y pérfido disfraz para mañana.
O querrías más bien no haber mirado nunca el alevoso rostro,
no haber visto jamás al que no fue.
Porque sabes que al final de los últimos fulgores, de las últimas nieblas,
habrá de desplegarse, voraz como una plaga, otra vez todavía,
la inevitable cinta de toda tu existencia.
(Fragmento El Retoque final, de Olga Orozco)

En una nueva mirada sobre Alma y Nervio lo inevitable se hace presente. A casi dos años de su estreno, y con una pandemia que atravesó los cuerpos, la obra se materializa como lo extraño inquietante que emerge desde la penumbra. Nuevas capas de sentido se manifiestan. Las voces suenan más ominosas, los cuerpos se transmutan en autómatas, el espacio de CITA se transfigura en fantasmagórico, algo de lo siniestro se cuela entra las penumbras. En aquella primera mirada lo político emergía con tanta fuerza debido al enlazamiento con el contexto político que vivía la Argentina (diciembre de 2019), en esta oportunidad el contexto es otro, la situación de los cuerpos es otra, la carne de los cuerpos muestran su fragilidad. Ahora aparece la imagen del otro en un contexto histórico de la Argentina muy claro que no se nombra, pero lo que se dice despierta nuestras identificaciones. Entonces, la primera pregunta que podemos hacernos es ¿Quién es ese otro siniestro amenazante?, para preguntarnos en acto seguido ¿Quiénes son ese nosotros que se siente amenazado, y por qué?

Alma y Nervio, en una primera mirada, fue un intento por explicar-nos un proyecto de sociedad y de nación en donde las diferencias son amenazantes, en donde el odio hacia el otro se mezcla con el miedo. El otro, como colectivo social, construye sus identificaciones a fin de sostener su existencia y su subjetividad, enarbola sus referentes políticos y sociales para darle sentido a la lucha por sus derechos. El otro es un cuerpo vulnerado. Su contraparte, ese nosotros que se siente amenazado, en este caso por los efectos no deseados de los procesos modernizadores de la primera mitad de siglo XX en la Argentina, también sostiene sus propias identificaciones. Esta tensión, que hoy llamamos “la grieta”, es lo que Alma y Nervio materializa. Toda tensión materializada necesita un cuerpo que la vehiculice, en este caso es el cuerpo de la “señora”, el cuerpo enfermo de la “señora”, el cuerpo muerto de la “señora”.

Queda claro que el contexto positivista de principios de siglo XX pretendía llevar a cabo un Proyecto Nacional higiénico, ascético y moderno. Es en este punto en donde Alma y Nervio expone a quienes estaban a cargo de este Proyecto Nacional y que se entendía por higiene. Es en la primera escena de la obra, en donde cuatro mujeres con tapados de piel y bebiendo licor, se manifiesta como un nosotros higiénico y construyen a un otro sospechoso que contiene todas las enfermedades de lo popular. Durante el tiempo que dura la obra las cuatro actrices llevan a escena las consecuencias de los problemas sobre la cuestión social que emergía en una Argentina que intentaba construir un proyecto de país moderno. En este contexto y a consecuencia de las olas inmigratorias que llegaban a argentina se pensaba un proyecto de país que atendiera a dicha cuestión social y que se manifestaba en problemas tales como la pobreza, la delincuencia, “la mala vida”, entre otros tantos más. Llegada la mitad del siglo XX se pone en tensión ese proyecto de país moderno, positivista e higiénico, como un proyecto otro que comienza a construir derechos en donde había necesidades. Es en este punto en donde Alma y Nervio hace foco, en las diferencias no como parte del nosotros sino como un otro sospechoso. Debemos tener en cuenta que durante la primer mitad del siglo XX se construye una nueva mirada sobre aquello que esta fuera de la norma, entonces este otro aparece estigmatizado no solo física sino también psíquicamente. El color de piel, la forma de hablar, de vestirse, los hábitos alimenticios, sus devociones, etc., se transformar en estigmas sociales, en una patología social que se aleja de la idea de progreso que plateaba el proyecto nacional modernizador.

Alma y Nervio construye a partir de la palabra un lugar inhóspito, la cadencia de la voz de las actrices como golpes acentúan la idea de inhóspito y extraño, la estética deviene en política que relata y describe al otro y al nosotros. Las actrices visibilizan la simulación, esa simulación que José Ingenieros describía como una estrategia de supervivencia, presente en ambas partes. La simulación de las mujeres de alta sociedad que simulaban la higiene mental que traía el progreso, y la simulación del otro obrero, que frente a la criminalización y patologización de aquello que no se ajustaba a la norma del progreso, debían ocultarse en las zonas grises de las urbes Alma y Nervio expone las tensiones visibles entre los procesos de identificación y la construcción de subjetividades que se mueven entre versiones de identidades esencialista, la patologización y criminalización del otro. Estas ideas que funcionan como una estrategia de exclusión y marginalización de aquello que no respeta la cultura del progreso, un progreso positivista e higiénico, y que además este en constate evolución a estadios superiores y que no admite ningún tipo de regresión.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Actúan: Laura Noemí CasellasDaniela GauJulieta Rita IslaGlenda Pocai
Iluminación: David Manuel Schoijet
Video: Andy Milstein
Sonido: David Manuel Schoijet
Fotografía: Andy Milstein
Diseño gráfico: Claudia Luque
Asistencia técnica: Claudia Luque
Dirección: María Fernanda Pintos

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